Una de las técnicas más básicas para conformar una pieza, es el modelado a pellizco.

Haremos un par de cuencos partiendo de una bola de arcilla. Iniciamos el ahuecado de la bola de arcilla clavando el pulgar en el centro. Hundimos el pulgar profundizando todo lo posible hasta dejar el espesor de la base adecuado a la pieza que estamos realizando.

Desde ese primer agujero, con el pulgar por dentro y el resto de los dedos en el exterior, primero ampliamos el hueco y después vamos estirando la arcilla hacia el labio de la pieza.

Hay que tener cuidado, porque si sólo presionamos la arcilla, el diámetro va aumentando y terminaremos teniendo un plato en lugar de un cuenco. Debemos arrastrar la arcilla hacia el labio del cuenco.  Cuando las paredes empiezan a estar delgadas, es más cómodo trabajar sobre una torneta.

Cuando los cuencos han endurecido lo suficiente para poder manipularlos sin deformarlos, ajustamos sus diámetros  para que encajen uno contra otro.

Alisamos los bordes y los rallamos con un palillo de modelado, aplicamos barbotina en ambos bordes y los ponemos uno contra otro.

Cosemos ambas mitades con un cuchillo de madera haciendo cortes profundos y cruzados; y por último cubrimos la zona con barbotina y alisamos.

Dejamos que seque un poco la zona y le damos la forma definitiva. Como la pieza está cerrada, se comporta como un globo inflado. Si presionamos por un lado, se deformará el resto. Aprovechando esto, le damos forma con una palmeta de madera.

Cuando estemos conformes con la forma del huevo, marcamos la abertura y cortamos con el cuchillo. Podemos aprovechar y hacer el corte con un ligero bisel.

Aprovechamos la abertura para repasar la costura por dentro y terminamos alisando el borde de la boca de la pieza.